Mario Meissner, alumno de 4º de Secundaria del IES Santa Cruz de Castañeda.
Mario nos cuenta el viaje a Roma con sus compañeros de estudios. Cinco intensos días para aprender, compartir y disfrutar de la capital de Italia.
Día 1. El viaje(19 de marzo)
El autobús que nos llevaría a Madrid salió del aparcamiento del colegio a las 11, momento en el cual comenzó nuestro viaje. La primera hora se pasó volando, pero una vez se acabaron la mayoría de los temas de conversación, comenzaron a buscarse nuevos métodos de matar el tiempo, entre los cuales destacó la música. De repente todos tenían cascos en las orejas, o si no se quedaban mirando el paisaje (por cierto, muy triste y seco el paisaje castellano) o incluso durmiendo. Después de dos horas de viaje, el conductor decidió parar en Lerma, un pueblo situado a pocos kilómetros de Burgos, en el cual pudimos respirar un poco de aire fresco y, sobre todo, comer el bocadillo. Tras esta pequeña "recuperación", volvimos al autobús y seguimos nuestro viaje, llegando aproximadamente a las cuatro de la tarde al aeropuerto. Tuvimos que esperar primero hora y media hasta poder acceder a la zona que correspondía a nuestro avión, y luego otra hora más para poder embarcar. Dieron las 9 (aproximadamente) cuando nuestro avión comenzó a sobrevolar las nubes. Dejamos atrás España, y finalmente también dejamos atrás el Mediterráneo. Roma está sorprendentemente cerca de la costa visto desde arriba. A las 11.30 llegamos al aeropuerto de Fiumicino, y aquí comenzaron los problemas. El autobús contratado, debido al retraso del avión, se fue sin nosotros, por lo que los primeros 5 euros gastados en Roma fueron los necesarios para pagar la entrada al autobús que nos llevaría al centro de la ciudad, un viaje de aproximadamente 50 minutos que para muchos fue la oportunidad perfecta para dormir. A las 12.45 llegamos a la residencia. Una vez allí, yo ya lo único que quería era tirarme a la cama y rendirme ante el gran poder del sueño. Nos asignaron una habitación, que compartí con Pablo, y poco después, aproximadamente a las 2 de la mañana, me quedé dormido.
Día 2. ¡El foro y la pizza romana! (20 de marzo)
Nos tuvimos que levantar pronto por la mañana, dado que nuestro desayuno estaba programado para las 7.30. Era "self-service", tipo buffet libre, así que las cosas buenas, como por ejemplo los croissants, desaparecían rapidísimo. Cogimos el metro y nos dirigimos al 'Colosseo romano'. Fue una de las primeras veces que yo he viajado en metro, y la verdad es que no está nada mal; es cómodo, y rápido. El Coliseo nada más que le vimos pasando de largo mientras nos hacíamos paso por las calles hasta el foro romano. Ahí se llevaba a cabo toda la actividad pública de la clase alta y media romana. También pudimos contemplar varios otros monumentos y edificios importantes, como el Arco de Constantino. Fue una visita rápida, y tras ello procedimos a avanzar hacia la Iglesia de Gesù, una iglesia barroca que por fuera es muy simple y por dentro muy recargada; un contraste muy bonito, y una iglesia preciosa en general. Un detalle muy logrado es el hecho de que colocasen un espejo de tal forma que cuando te pones delante puedes ver el techo con sus preciosas pinturas al completo. Tras esta visita, nos dirigimos al Panteón de Agripa, un templo circular construido a comienzos del Imperio Romano, dedicado a todos los dioses. En la ciudad se lo conoce popularmente como La Rotonda, de ahí el nombre de la plaza en que se encuentra. Tras esto, Lucrecia y Obregón nos dejaron ir a donde quisiéramos a comer. Mis compañeros y yo decidimos ir a un restaurante que habíamos visto poco antes, y yo, sin dejar escapar la oportunidad, pedí una pizza 'Quattro formaggi', mi preferida de siempre. No hay ni comparación en sabor entre una pizza cualquiera comprada en un supermercado y ésa que comí allí ¡Exquisito!. Y claro, como muy suertudos que somos, tuvo que comenzar a llover. ¡Pero de qué forma! A cántaros, a jarros, o a cuencos, como prefiráis llamarlo, pero no cesó hasta casi por la noche. La caladura de algunos fue impresionante, y los indios que vendían paraguas se forraron; incluso yo me compré uno, para no convertirme en "hombre pez". Dadas las circunstancias, decidimos volver a la residencia a tomar un respiro y a cambiarnos de ropa, cosa que yo no hice siguiendo una lógica aplastante: ¿Para qué cambiarme de ropa si íbamos a volver a salir y me iba a volver a mojar? Así que cogí el secador de pelo y me sequé los calcetines y las perneras de los pantalones. Luego tocaba ir a visitar la Basílica de San Pedro. No podíamos ir a visitar las catacumbas por el hecho de ser miércoles y, para quitarnos un buen tramo de visita del Musei Vaticani que íbamos a realizar al día siguiente, decidimos aprovechar lo que quedaba de día y tener más tiempo al día siguiente. Una visita rápida en la que pudimos ver, entre otras cosas, 'La Piedad', de Miguel Ángel, o la tumba de Pío X. Finalmente volvimos de nuevo al hotel tras realizar unas compras por las calles de Roma (aquellos que quisieron) para cargarse de recuerdos y "souvenirs". Además, algunos de mis compañeros y yo pasamos por un 'Carrefour Express' para comprar comida para la cena del día y la comida y la cena del día siguiente. Me fui a dormir a las 11.30 aproximadamente. Algunos alumnos todavía se quedaron hasta mucho más tarde y festejaron todo lo que se pudo. ¡Yo no puedo con tantas movidas!
Día 3. El Museo Vaticano (21 de marzo)
Esta vez (y gracias a Dios) nuestro desayuno estaba planeado para las 9, por lo que pudimos levantarnos más tarde y descansar un poco. Tras dos zumos, dos croissants y un yogurt nos abrimos paso hasta la cola de espera del Museo Vaticano. Nos pusimos en la cola media hora antes de la apertura de éste, debido a que años anteriores daba incluso una vuelva entera al territorio vaticano. Así que, tras esperar el debido tiempo, pudimos entrar al prestigioso museo. Es tan grande que la visita, aún habiéndonos ahorrado una hora el día anterior con la basílica, dura unas tres horas. Visitamos tanto zonas que recuerdan a un museo normal, con piezas de exposición como estatuas, tumbas, escrituras, esfinges, elementos faraónicos, etc, como edificios o capillas como lo es la mismísima Capilla Sixtina. Una visita cansada pero que mereció la pena. Varios se perdieron en las inmensidades de este museo, por lo que tuvimos que esperar a que saliesen acompañados por Obregón, que les encontró. Así que perdimos bastante tiempo. Nos dieron tiempo para visitar de nuevo algunas tiendas y para comer. Esta vez probé una pizza salami, con base gruesa, de estas que se venden cuadradas. Yo que soy un fan de las pizzas de salami, nunca había probado una tan picante. ¡El salami romano pica, que como no tengas bebida te puedes declarar por muerto! Tras esta deliciosa pero "peligrosa" pizza, fuimos a las catacumbas. Media Roma está construida sobre estas catatumbas, que son tumbas donde se enterraba a los cristianos. En concreto fuimos a visitar las catacumbas de San Calixto, una de las pocas que aún se exponen. Empezaron a existir hacia la mitad del siglo II y forman parte de un complejo que ocupa una extensión de 15 hectáreas, con una red de galerías de casi 20 kilómetros en distintos pisos; alcanzan una profundidad superior a los 20 metros. Me quedé sorprendido por la claridad y calidad de la guía que nos condujo a través de larguísimas y laberínticas galerías. Nos dio mucha información, muy bien explicada y en poco tiempo, de forma que no nos dio posibilidad de aburrirnos y nos enteramos de todo lo básico que hay que saber. Tras esto, fuimos en metro hasta la Fontana de Trevi, pasando por la Plaza España. Un lugar muy bonito, y famoso por la característica foto que te haces tirando una moneda al agua. Fue ahí donde decidí comprar un láser verde a un indio, pues me hacía ilusión comprarle algo a uno de ellos. Básicamente, dabas una patada a una piedra y salían 20, cada uno con un objeto diferente que te quería vender. Finalmente volvimos, algunos andando y otros en metro, según preferencias. Me acosté a las 12.
Días 4 y 5. La vuelta a casa. (22-23 de marzo)
Este último día volvimos a desayunar a las 9. Nos íbamos a la 1, así que decidimos ir a la Piazza Navona rápido para que nos diera tiempo a verla sin prisas. A las 10 estábamos allí, y fue muy bonito ver la exposición de arte que la gente hace allí, con la esperanza de vender alguna de sus obras. Yo compré un helado en una heladería, y la verdad es que el helado italiano está genial. Tras una pequeña vuelta por el mercado, volvimos a la residencia para prepararnos para la vuelta a casa. Pocas incidencias hubo en el viaje de vuelta, únicamente un problema se presentó. Debido al hecho de que algunas maletas tuvieron que ser facturadas, finalmente uno de los alumnos no la recuperó porque había "desaparecido", pues no apareció en la cinta transportadora. Se la enviaron días más tarde a casa cuando por fin la habían "encontrado". A la 1:30 de la madrugada el autobús llegó a Castañeda. Todos estábamos muertos de cansancio y de sueño, y según llegué a casa me dormí y soñé con Roma y todos los bonitos momentos que había vivido. Quizá en un futuro regrese, pues es una cuidad preciosa y merece la pena ser visitada, tanto por los que nunca han ido como por los que ya han estado, ya que siempre se pueden ver cosas nuevas!
En conjunto, un viaje precioso pero cansado, y que recomiendo a toda la gente con ganas de visitar otros lugares.
Etiquetas: viaje, roma, estudiantes
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