Lucía Ruiz Vila, alumna de 4º ESO del colegio Nuestra Señora de la Paz de Torrelavega.
Ésta es una historia construida en la Semana europea que han elaborado nuestros emprendedores, tomando ideas de mucha gente del colegio. Ideas de miedos a que volvamos al pasado, ideas de construcción e ideas de melancolía. Ésta es la historia que hemos construido con todas esas ideas.
Me da miedo, pero vuelo a ras de suelo; aunque ellos ni se dan cuenta. Me llevo el verano conmigo. Bajo la mirada y veo todo lo que se han llevado consigo; se han llevado todo eso que los hombres construyeron. Supongo que no hay más por lo que luchar. Ya un bando cedió, y un ganador se alza sobre el otro.
Solo queda el recuerdo de algo que una vez fue bonito, que solía tener sentido. Sin embargo, ahora lo que lleva la gente dentro es pena, y confusión. Lo siento amigos, me llevo el verano.
He volado sobre tantos países destruidos, edificios construidos por hombres y destruidos por hombres. Donde antes había familias, ahora solo quedan individuos sin un lugar a donde ir.
Yo estuve ahí. En primera fila. Al principio del todo; antes de que esto empezara a ser una guerra. No sabía quién, ni por qué había tanta gente reunida ahí, pero decidí ir.
Allí estaban todos, con extraños objetos en las manos. Alguno incluso lloraba... No entendí por qué lo hacía hasta pasados unos minutos. Me posé en un árbol expectante; y entonces sucedió.
Un sonido ensordecedor retumbó en aquel lugar. Y pronto vi cómo todo el mundo empezaba a hacer aquellos sonidos con sus extraños objetos; vi cómo el miedo se convertía en ira, la duda en violencia. Y el amor desaparecía directamente.
Por un momento no reaccioné. Me quedé paralizado pensando "¿Qué pretenden hacer?" Aquel chico que lloraba ahora yacía en el suelo. Me hubiese encantado gritarle "¡Levántate! Vamos, arriba, aún queda mucho por vivir".
Sin embargo me fui del árbol y me fui tan rápido como me fue posible. Sirenas empezaban a retumbar por todos los lugares, y el cielo se tiñó de un color negro que duraría seis interminables años.
Esos seis años no acabaron nunca. Nadie creía en nadie. Nadie ayudaba a nadie. La ley del más fuerte, que era la que perjudicaba a los que tenían que haber vivido y, sin embargo, la guerra se los llevó.
Muchos de los míos se vieron envueltos en esta guerra y corrieron la misma suerte que los anteriores. Supongo que no nos tienen en cuenta a la hora de disparar.
Nosotros, los pájaros, solo queríamos alejarnos de aquí. Sin embargo el camino se hacía volando y eso nos perjudicaba, por lo cual fuimos por tierra la mayor parte del tiempo. Pero todo este tiempo de andar se acaba hoy. Nos habían privado de nuestras alas, a nosotros, quienes nunca habíamos querido estar ni siquiera aquí.
Pero hoy vuelo. Después de seis años. El miedo sigue un poco dentro de mí. Pero me permito sentir el aire remover mis plumas y volver a sentir esa sensación de volar que casi había olvidado.Me llevo el verano conmigo, lo siento amigos.
Hoy dos de septiembre acaba la guerra. Pero el mundo no se permite respirar de nuevo, siguen aguantando la respiración con las manos en sus bocas, con los ojos vidriosos y con la esperanza olvidada seis años atrás.
Pasaron cinco años de intentar volver a ver el cielo azul. Pero no cambió de color, ni siquiera vimos el sol en esos cinco años. Era difícil salir de aquel oscuro túnel en el que el mundo se había sumergido.
Y entonces fue cuando un señor decidió unirse con los demás. Nunca supe su nombre, pero no me hizo falta. Países se empezaron a juntar y fue el 9 de mayo de 1950 cuando algo empezó que cambiaría todo hasta ahora.
Hasta ese momento los países se habían juntado por la guerra, para ganarla y ya está. Pero nunca se les hubiera pasado por la cabeza que uniéndose cinco años más tarde sería cuando realmente fueran a ganar.
Empezaron a unirse para colaborar, y para hacer que nunca más cayésemos en la guerra. Colaborar había sido una palabra olvidada por todos y que llegué a pensar que nunca más resonaría en las paredes del mundo, pero vaya si lo hizo, además con una intensidad que nunca antes había tenido nada en el mundo. Era una idea que rompía con todo lo que habíamos visto. Cooperar, colaborar, apoyarnos en nuestras diferencias para sacar de ahí nuestras fuerzas. Una idea que no hubiera surtido efecto de no ser porque la gente quería creer en algo, algo que le diese esperanza, ilusión y sobre todo unidad.
A partir de ese día, todo cobró un distinto color, un color que nunca habíamos visto; el cielo empezó a ser azul, no era el tono que solía tener, pero por el momento no nos podíamos quejar.
Pasado un tiempo ya no era solo una idea. Era una unión fuerte que tenía claro que estaban juntos para apoyarse.
Fue entonces cuando volvimos a mirar al cielo. Con temor, ya que no sabíamos si iba a tener ese color azul que hacía tanto que no veíamos.
Y entonces vimos un color azul que dejó a Europa volver a respirar, quitarse la mano de su boca, secarse los ojos y volver a tener esperanza.
Y así fue como empezó a tener nombre la unión. Como una idea pasó a ser una realidad y como la esperanza residía en una organización.
Su bandera fue azul. Ese color que no había habitado en el cielo desde hace tanto tiempo; ese color que había sido sustituído por un negro que se había aferrado al firmamento y a nuestros corazones.
Sin embargo ahora el azul estaba en el cielo, en nuestros corazones y en la bandera de la Unión.
Hoy en día ya me siento tranquilo sentado en las ramas de los árboles. Y ya no me da pena tener que llevarme el verano, a ellos ya les da igual. Saben que eso no significará que deje de haber paz, igualdad, cooperación y colaboración.
Es un camino largo, no espero que mañana mismo podamos volver a los viejos tiempos, pero sé que ese día cada vez está más cerca; cada vez lo veo más claro. La unión hace la fuerza, y eso es precisamente lo que hace la Unión.
Ya no tengo miedo en volver a volar, y ya no vuelo a ras sino muy alto; porque vuelvo a tener alas, vuelvo a tener confianza, y miro al cielo sin la más mínima duda de que será azul.
Un sentimiento de tranquilidad me lleva invadiendo mucho tiempo; y tengo la impresión de que ha venido para quedarse.
Esta es una historia que he vivido desde arriba, desde el cielo. Volando entre las nubes y siendo neutral.
Soy una paloma que ha visto padecer a inocentes y he visto injusticias ocurrir. Pero también he visto nacer la paz, he visto cómo empezaban desde cero, he visto cómo todo salía adelante, cómo una idea hizo que todos alzasen la voz y defendieran lo que consideraron justo; he visto lo que se puede hacer a partir de la esperanza, he visto como se lucha por lo que vale la pena.
He vuelto a ver el azul del cielo, y las estrellas brillar de nuevo. Y he visto cómo la unión se iba; un azul y doce estrellas más tarde volvía para hacer que todo volviera a funcionar.
Y ya nunca más me dará miedo volar.
Etiquetas: europa, relato, estudiantes
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