En el Día Mundial de la Libertad de Prensa, la FAPE reivindica el valor imprescindible del periodismo independiente, basado siempre en hechos veraces y verificados, como bien público y servicio esencial para asegurar la supervivencia de la democracia
En la conmemoración de este 3 de mayo, la FAPE alerta de que dicho valor está amenazado por distintos factores, a los que no es ajena la exacerbada polarización política que sufrimos y que socava a diario la convivencia, la tolerancia, el diálogo y la posibilidad de alcanzar pactos que den soluciones a los problemas de los ciudadanos.
Tampoco son ajenos a esta crisis la desinformación, el hostigamiento de los políticos a los periodistas y fotorreporteros -concretado en vetos, señalamientos, descalificaciones y amenazas de control de los medios públicos y privados-, las broncas entre periodistas, las vulneraciones deontológicas y la precarización salarial y laboral, que afecta de manera especial a autónomos y colaboradores.
En los últimos meses, y sobre todo en la campaña electoral de Madrid, los señalamientos a los periodistas se convirtieron en una intolerable arma política cuyo objetivo era presionar y silenciar a los profesionales de la información y limitar su derecho a la libertad de expresión.
Esta estrategia se combinó por parte de algunos candidatos con una cerrazón informativa sin precedentes, mediante la sustitución de la labor de los periodistas y los fotorreporteros por declaraciones enlatadas, fotografías y audios suministrados por los propios partidos.
Con el suministro de notas de prensa, que incluyeron vídeos, fotos y audios, se intentó relegar el papel de los medios a meros transmisores de propaganda, al mismo tiempo que se fomentó una competencia desleal que aumentó la generalizada precarización que padece la profesión.
Ante la incertidumbre y el miedo a lo desconocido que ha provocado el coronavirus, necesitamos más libertad de prensa que nunca. Los gobernantes deben responder con la máxima transparencia a la hora de informar de lo que está pasando y de rendir cuentas de sus decisiones.
Todos estos factores han provocado la pérdida de confianza de la sociedad en los medios, recuperada en parte en la pandemia ante la necesidad de los ciudadanos de informarse en fuentes independientes y fidedignas y paliar, de esta manera, la tóxica avalancha de desinformación que circulaba.
Otro de los elementos que atentan contra la libertad de prensa es el acoso en línea, que afecta principalmente a las periodistas.
Una encuesta mundial de la Unesco refleja que el 73 por ciento de las mujeres periodistas sufre ataques digitales, lo que les origina problemas sicológicos y conduce a la autocensura en las redes sociales, principal vía por la que se manifieste el acoso.
Ante esta situación, la FAPE hace la siguiente declaración:
-Reclamamos a los políticos que abandonen la inadmisible estrategia de hostigar a los periodistas y a los medios y se comprometan a garantizar el libre ejercicio del periodismo como baluarte de la democracia, en un momento en que la pandemia ha fortalecido la función de los periodistas como un bien público esencial
-Instamos a los periodistas a reforzar la dignidad de nuestro oficio mediante informaciones veraces, verificadas, contrastadas y alejadas de las consignas y argumentarios de los partidos.
-Debemos contribuir a promover el diálogo y la convivencia en lugar de mostrarnos condescendientes con la bronca y el odio, que solo nos colocan al servicio de la manipulación.
-Consideramos que la mejor manera que tienen los periodistas y los medios para contribuir a acabar con el irrespirable clima político que vive el país es aportando sentido común y sensatez. El buen periodismo ayuda a la gente a tomar mejores decisiones.
-Recordamos una vez más a los editores que solo el periodismo de calidad ayudará a recuperar la confianza de los ciudadanos y a cimentar un futuro mejor para el sector de la prensa. Y les reiteramos que ese periodismo de calidad solo es posible con el reforzamiento de las redacciones y bajo condiciones salariales y laborales dignas.
-Consideramos preocupante que, tras décadas de democracia, los políticos sigan considerando los medios públicos, y en especial las cadenas de televisión, como cotos privados a su servicio, a los que se puede “usar o tirar” a conveniencia.
Los medios públicos son de los ciudadanos, no de ningún gobierno de turno. No son medios de propaganda, ni empresas en las que se repartan los puestos de consejeros de acuerdo a criterios de afinidad política.
-Afirmamos que el libre ejercicio del periodismo es un pilar indiscutible de la democracia y que todo intento de deslegitimar nuestro oficio supone un atentado al derecho constitucional a la libertad de expresión, del que emanan la libertad de prensa y el derecho de información de los ciudadanos.
Cerramos nuestra declaración con un sentido homenaje a los periodistas David Beriain y Roberto Fraile, asesinados esta semana en Burkina Faso en acto de servicio cuando buscaban información sobre la caza furtiva, en cumplimiento de su reconocida dedicación al periodismo que busca destapar lo que otros quieren ocultar.